sábado, 26 de septiembre de 2015

Las metáforas del agua

Quiero dar la bienvenida al nuevo curso haciendo algunas reflexiones sobre el significado de la tarea que se realiza en las escuelas, en los institutos y en las universidades. Voy a utilizar dos metáforas para explicar dos concepciones antagónicas de la tarea de la enseñanza. Sé que las metáforas tienen la virtualidad de iluminar una parte de la realidad, aunque deje en la oscuridad otras partes de la misma. Si digo de alguien que es fiero como un león nada digo sobre su inteligencia o su sensibilidad. De todos modos nos permiten reflexionar y comprender algunas parcelas de la realidad y de la vida. Se trata de dos metáforas antagónicas. Las dos tienen como eje de la reflexión el agua.
La primera metáfora hace referencia a una concepción academicista, estática, jerárquica y simplista de la enseñanza. La voy a denominar: el docente como escanciador de agua que recibe el aprendiz. El conocimiento está almacenado en la institución dentro de recipientes cerrados, está acabado, está concluso. El profesor es el depositario de las tinajas llenas de agua El alumno es un recipiente vacío y pasivo en el cual hay que echar con cuidado el líquido del saber. En el mejor de los casos, el recipiente se coloca debajo del chorro de agua, que la recibe. Lamentablemente, en otros casos, al no colocarse bajo el chorro, no recibirá ni una sola gota.
Esta concepción del aprendizaje lleva aparejada una forma de entender la evaluación. La evaluación tendrá que responder a la pregunta siguiente: ¿cuánta agua hay en la copa? Si no hay agua, habrá que añadir esta otra: ¿Por qué causas no hay agua en la copa? Es probable que los docenes digan que es porque la copa no se ha puesto debajo. Incluso los docentes que tienen la enfermedad de Parkinson y, sobre todo, aquellos un poquito sádicos que procuran hacer difícil la recogida del agua.
La segunda metáfora hace referencia a otra dimensión muy diferente de la enseñanza. El profesor es la persona que ayuda a que el alumno sea capaz de buscar por sí mismo, de forma autónoma y entusiasta, manantiales de agua. Una vez que los encuentra, es capaz de discernir si el agua está contaminada o es salubre. Es decir sabe utilizar el conocimiento, aplicarlo a la vida, trasladarlo a la realidad. Y, lo que es más importante, cuando sabe que el agua encontrada es potable, es capaz de compartirla con quienes se mueren de sed y no la dedica exclusivamente a hacer fuentes ornamentales, surtidores y piscinas en el jardín de su casa mientras se muere la gente detrás del muro que protege su casa.
La evaluación, en esta segunda metáfora, tiene también otro alcance. Tendrá que comprobar si el alumno sabe hacer, si sabe aplicar, si sebe transferir. No se trata de almacenar por almacenar. Tampoco se trata solamente de saber analizar. Es fundamental la dimensión ética que hace que el aprendiz sepa compartir aquel bien encontrado.
Este asunto fundamental conlleva un segundo nivel de reflexión que se refiere a los caminos por los que se adquiere, posee y se desarrolla una u otra concepción, una u otra metáfora.
Una buena parte depende de la formación recibida. Quiénes han sido y cómo han actuado los educadores/as que han tenido la responsabilidad extraordinaria de la forja de maestros/as. Hay que saber qué objetivos tiene la institución formadora, qué metodología, qué recursos, qué profesionales, qué directivos…
Otra parte se debe a la política educativa, al curriculum básico, a las filosofía de las leyes, al modo de entender la enseñanza que fluye de las prescripciones…
Una tercera parte depende del proceso de socialización del profesorado en el país. ¿Quiénes acceden a la profesión? ¿Por qué caminos, con qué exigencias? ¿Cómo se concibe y se valora la profesión docente?
La cuarta y, a mi modo de ver la más importante, es la actitud del profesional. Es decir, los motivos que le han impulsado a abrazar la profesión, las vivencias que tiene sobre ella, la forma de entender la tarea y la relación con el alumnado.
Al comenzar este nuevo curso quiero llamar la atención sobre estas dos formas, no solo diferentes sino antagónicas de entender la tarea. Quienes se instalan en la primera concepción disfrutan menos, lo pasan peor y le sacan menos partido a su esfuerzo. Quienes practican la segunda viven con entusiasmo aquello que hacen y le sacan el mayor partido. ¡A la tarea de ser felices y de hacer felices a los demás!

Fuente: El Adarve El blog de Miguel Ángel Santos Guerrahttp://blogs.opinionmalaga.com/eladarve/2015/09/05/las-metaforas-del-agua-2/

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