domingo, 29 de enero de 2012

El arte de provocar el deseo de saber

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2 comentarios:

  1. Creo que muchas veces la causa de que las personas se cierran en banda a que las enseñen, se debe a que, en general, a los seres humanos, y en particular a los adolescentes, no les gusta que les manden o que les digan lo que tienen que hacer. Pero me repito, no sólo a los adolescentes, a los mayores tampoco nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer. ¿O no escuchamos y hacemos críticas constantes a nuestros jefes, o superiores, porque pensamos que nosotros lo haríamos mucho mejor?
    El profesor le dice a los alumnos:
    “Para aprobar tienes que hacer este ejercicio, este trabajo, y pasar este examen, si no, no apruebas. Además tienes que hacer los trabajos y contestar a las preguntas del examen tal y como yo, tu profesor, te digo, en el orden que te mando, con el tipo de letra que te impongo, etc.”.
    Hay que entender la postura del profesor, que tiene sus pautas y criterios, ya que si dejase libertad total podría resultar un desbarajuste, y probablemente le resultaría imposible poder evaluar y calificar con justicia. Pero hay que entender también por qué algunos alumnos se cierran en banda; entender que hay alumnos más rebeldes que otros y eso no es malo. ¿Cómo conseguir la atención de esos alumnos? Esa pregunta no la sé contestar, quizás la práctica, la suerte, y sobre todo el trabajo me lo desvelen.

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  2. Bueno, a estas alturas creo que todos tenemos ya grabado a fuego en nuestra mente que, como docentes, tenemos que luchar por conseguir un "aprendizaje significativo" (o al menos con la ley actual, que nunca se sabe, que con tanto cambio de ley a lo mejor en las nuevas resulta que este aprendizaje significativo es el opio del pueblo!). Pero, humor aparte, es cierto que gran parte de la responsabilidad de conseguir este aprendizaje significativo está en manos del profesor: debemos conocer las ideas de nuestros alumnos, enlazarlas con los nuevos conocimientos que pretendemos que adquieran , empleando un lenguaje comprensible y unos contenidos que su estructura cognitiva sea capaz de asimilar.Pero, es muy importante destacar que, como dice el artículo, la pelota no está solo en nuestro campo, el alumno tiene mucho que decir. El proceso de enseñanza-aprendizaje es como un partido de tenis: es una cuestión de dos. Si el profesor lanza una pelota tras otra pero el alumno ni siquiera intenta alcanzarla con su raqueta, los esfuerzos del profesor serán inútiles. En definitiva, aprender es un acto de libertad: si el alumno no quiere aprender, nunca lo hará. El profesor no puede aprender por él. Pero lo que sí está en sus manos es intentar conseguir que el alumno quiera aprender, motivarlo, incentivarlo, retarlo, animarlo a sumergirse de lleno en la aventura del saber (que debiera ser un viaje fascinante y no una tortura impuesta)

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